Mi Suegro, A los dos años de su partida


Mi suegro era un hombre gentil, amable y gustaba de la buena mesa. Lo conocí en una mesa redonda del restaurante “Rosalert” entre Diagonal y Nápoles del Example en esa Barcelona de los locales, esa Barcelona que tuve el placer de conocer con mi familia Catalana.

Mi suegro Mario era de buen comer, de sentarse horas a la mesa y degustar de un buen guiso, un buen pescado, una botella de vino tinto y su postre y café. De esos señores a los que conocían en el “set portas” que se acordaban hasta del día y la fecha en la que fueron a comer con sus clientes.

Aquel día que le conocí, me llamó Katy, de las pocas personas que me llaman Katy, no por diminutivo de Kattia sino por diminutivo de Catalina en Catalán.

¡Como le gustaba comer y disfrutar! Lo recuerdo como ayer, disfrutando del caldo de galets y la carn d´olla. Casi ni hablaba cuando comía, se dedicaba a disfrutar a cada cucharada. Los 25 de diciembre aparecía con su abrigo negro impecable, y sus zapatos brillantes de betún azabache y su sombrero de señorón de Barcelona

Que orgullosa estaba yo de el cuando lo veía tan elegante y con sus hijos y todos los nietos y daba gracias en silencio por haber ingresado a esta familia de tanta tradición.

Me despido recordándole, comiéndose unas neulas, unos turrones y su adorado postre de músico.








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